Por Carles Recio Alfaro

La asociación cultural de la Falla de la Punta ha nombrado Fallero Mayor para el ejercicio 2023/2024 a don Teodoro Montolio, que será acompañado en su reinado por los niños Jose Manuel Ibáñez Ibáñez como Presidente Infantil y su hermana Desamparados Ibáñez Ibáñez. Como Presidente de la Comisión sigue don Carlos Sanz Gil, que ya cuenta diversos años de impecable trayectoria en este cargo.

La Pedanía de la Punta, una isla agrícola de la Valencia más tradicional, tendrá por tanto un máximo representante festivo masculino, rompiendo una tradición con la que las propuestas de igualdad de género nunca se han metido.

Hace un par de años surgieron las primeras reivindicaciones “hombristas” en Catarroja y en Sagunto. Allí se nombraron los primeros falleros mayores en fallas oficiales. El año pasado llegó la novedad a la ciudad de Valencia en la persona de Raúl Puerta, un murciano que recibió su banda acreditativa en la comisión Borrull Socors del distrito del Botànic.

La novedad de la novedad es que ahora por primera vez un valenciano nacido en la Ciudad de Valencia será Fallero Mayor, y además lo será en uno de los distritos más genuinamente originales, ya que en la Punta no hay edificios de pisos, no hay apenas personas venidas de fuera de Valencia y por tanto sus habitantes son representativos de esa Huerta antigua que es la que ha dado imagen a la Valencia desde hace siglos; con sus barracas, sus alquerías y sus campos de cultivo.

Además hay otra circunstancia novedosa. Si el año pasado fue un murciano valiente, este año el Fallero Mayor es un “maduro” valiente. Cualquiera pudiera pensar que a esta renovación tan moderna sólo se apuntarían los jóvenes alocados que quisieran provocar, y no ha sido así. Teodoro es un hombre felizmente jubilado que le va a aportar al cargo una prestancia y una categoría impregnada de carisma y de responsabilidad.

Algunos piensan que los pioneros que se atreven a protagonizar estas cosas lo hacen por llamar la atención. Yo creo que no. En los casos del joven Raul y del augusto Teodoro lo hacen por un compromiso profundo con Valencia y por la fiesta; lo hacen por un amor superlativo por nuestras tradiciones, que necesitaban esta repristinación desde hace décadas.

La sociedad avanza, y si la mujer tiene plenos derechos a la igualdad con el hombre; debe ser igualmente al revés.

El Fallero Mayor no es un cargo de adorno e impostura, debe ser una plataforma para que los hombres valencianos nos veamos reflejados en lo más puro de las tradiciones.

Conozco a Teodoro Montolio desde hace muchos años porque es un valenciano excelente. Nació en la calle Denia de la ciudad de Valencia allá por los difíciles años cincuenta, cuando España se estaba levantando económicamente. Ha sido un trabajador perfecto en todos los empleos que ha llevado a cabo, con estricta profesionalidad y dejando una gran estela de buena persona a su lado. Los largos años que estuvo en el emblemático restaurante “Los Tres Mares” le permitió ser conocido por mucha gente, y todos lo recuerdan como un personaje excepcional.

Abriéndose paso en la Valencia que le tocó vivir, formó una familia benemérita cuando se casó donde hay una unidad y una comprensión mutua muy poderosa. No es de extrañar pues Teo tuvo el ejemplo y la inspiración constante de una madre coraje que le enseñó los mejores valores familiares desde que era un niño.

Todos los años en que ha estado en la falla ha sido una muestra viviente de la mejor elegancia en la indumentaria valenciana masculina. Tiene un olfato especial para hacer les combinaciones de vestimenta. Hubiera sido un gran modisto. De su familia partió la iniciativa de colocar el panel cerámico a la entrada de su casal, al estilo de la cerámica de Manises más antigua.

De su incontenible cariño por las fiestas valencianas soy un testigo directo. Hace tres años, cuando la Pandemia había impuesto unas restricciones a la libertad que luego resultaron inconstitucionales, se estableció una normativa de toque de queda que obligaba a las doce de la noche a estar todos en casa. En aquel mes de mayo Teo estaba muy inquieto porque su cariño por la Virgen de los Desamparados. Le parecía imposible que Valencia no festejara a su patrona.

Aquella noche del segundo sábado de mayo, víspera de la fiesta mayor, Teo se dirigió a la Plaza de la Virgen a las once de la noche. A las once y media rezó una oración junto a la Basílica de la Virgen, mirándola por un cristal y luego volvió a su casa para cumplir con la normativa y estar dentro de casa antes de la hora fijada. Aquella noche había solamente tres valencianos en la plaza, aparte de los agentes de policía que fueron muy comprensivos con los devotos.

Aquella noche Teo rezó por el futuro, por la salud y por la prosperidad de todos. Fue el único “desamparista” que fue a buscar Amparo. La Virgen le ha recompensado tres años después curándolo de unos importantes achaques de enfermedad que sufrió y coronándolo ahora como el primer Fallero Mayor Valenciano de nacimiento. Enhorabuena Teo, a toda su familia y a toda la Comisión por la valentía de asumir este importantísimo cargo que comporta en su esencia el Alma de Valencia.

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