Por Eros Recio.

Todo sonido es capaz de arrastrar a un ser humano a un movimiento, esto es el origen del baile. Esta conexión entre lo que escuchamos y lo que podemos expresar con nuestro propio cuerpo es lo que nos motiva a los bailarines. Es tanta la imprenta musical de una “mascletà” que me ha sorprendido muy agradablemente un titular del diario donde el pirotécnico Miguel Ángel Tomás afirma rotundo que “La mascletà es un partitura donde todo debe sonar bien”.

Un día de hace seis años, escuchando la mascletá de las fallas de Russafa, que suele ser muy ruidosa, me di cuenta de que aquello era una melodía que estaba pidiendo a gritos un danzante que le acompañara en su ritual de fuego. Desde siempre se me iban los brazos cuando sonaban los truenos y cerrando las manos en un puño golpeaba el aire al ritmo de las detonaciones. Sin embargo aquella expresión espontánea de movilidad era solo el principio.

Esos espasmos nacidos al son de los sonidos fueron el arranque de las “mascletaes” que me dedico a bailar en nuestra fiestas tradicionales. Se trata de un tipo de baile novedoso que me he inventado casi sin darme cuenta y que voy perfeccionando conforme se van sucediendo los distintos actos.

Considerar cada mascletà como una sinfonía que merece su propia danza me ha hecho disfrutar de momentos muy bonitos, y además se los he proporcionado a otras personas. Gracias a la “mascletá bailada” he comprobado que mi baile puede ser un camino de acercamiento a la pirotecnia por parte de mucha gente que le tiene prevención. El poeta Ferran Gil calificó esto como una “acción humanitaria fallera”.

Los niños y las personas con discapacidad pueden sentir algún temor al escuchar los ruidos de los petardos. Sin embargo he podido constatar que si estas personas que antes estaban dominadas por el miedo hacia el ruido me tienen a mi delante y me observan como bailo, se olvidan de ese miedo y pasan a disfrutar del espectáculo. La danza les tranquiliza y les acerca a la fiesta.

He bailado en muchas mascletaes de pueblos, en la principal de la plaza del ayuntamiento y en una muy emotiva junto con la comisión infantil de la falla del periodista Azzati, cuyo monumento estaba dedicado a la “superidad” o diversidad funcional.

Este año la falla más adecuada para bailar junto a ella la mascletá sería la Ferroviaria, porque está dedicada precisamente a la danza. Mención aparte merece la invitación que me ha hecho el ayuntamiento de Silla para que baile el día 19 de marzo la gran “mascletá” conjunta para todas las fallas de la población que se disparará junto al parque de la estación. Además tengo el privilegio de que gracias a Abelard Hernández ejecutaré esa “mascleball” con la bella vestimenta tradicional de Silla.

Me siento como pedagogo y terapeuta cuando acerco la mascletá a las personas que le tenían temor a la piroctécnica a través de los movimientos de mi cuerpo.
Sé que esta idea de bailar las mascletaes tendrá su continuidad en otros bailarines que pondrán otras pasiones y otras imaginaciones. Yo solo he abierto el camino de lo que podemos considerar el último baile popular o folclórico que se podía crear y que de hecho ha sido creado.

En la mascletá bailada caben todos los estilos. Pueden compaginarse variaciones de ballet clásico con rompedores movimientos de break dance. Todo en ella es posible, Y esto quiere decir que de la mezcla de estilos nacerá un estilo propio. Porque eso es la mascleball o mascletá bailada: una esperanza lúdica de futuro.

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